Talleres de atención plena, Koan, Poesía y Pintura Zen para niños
La práctica de la atención plena basada en la contemplación, la composición de breves poemas que valoran su ingenuidad (haikus) y la pintura de tinta japonesa (sumi-e), permiten que los niños desarrollen su creatividad y sus capacidades intelectuales en un ambiente relajado y altamente motivador.
¿Qué te parecería destinar dos horas los sábados por la mañana para que tus hijos practiquen la atención plena, compongan poemas aprendiendo a observar la naturaleza y se expresen pintando con libertad?
En un reciente estudio realizado sobre una muestra de 2.400 niños canadienses, se evidenció que a medida que aumenta el tiempo de exposición delante de las pantallas de los dispositivos digitales, menor es su progreso en cinco ámbitos claves para su desarrollo personal: la comunicación, las habilidades motoras, su capacidad para resolver problemas y sus habilidades sociales.
1. La contemplación zen, mindfulness o atención plena y la creatividad de los koan. La contemplación estimula su autoconocimiento y les muestra el camino para actuar sin dejarse llevar por los impulsos. Les ayuda a relajarse y a prestar más atención a su cuerpo y a su entorno.
Ahora tus hijos pueden participar en un programa de actividades diseñado para practicar la atención plena y expresarse de forma creativa sintiéndose en armonía.
De esta manera comienzan a respetar la naturaleza, a entender cuál es su lugar en el universo y a ejercitar su autonomía. Entienden que la verdadera belleza de las cosas reside en sus imperfecciones y se expresen de forma sensible y natural, libremente, sin juzgarse ni sentirse juzgados. Aprenden a reconocer, aceptar y gestionar positivamente sus sentimientos y emociones.
La primera parte de la sesión se centra precisamente en procurar que los niños se relajen y sean más conscientes de tus cuerpos y de sus acciones, con la intención de que serenen sus mentes. En un contexto de relajación y armonía prestan más atención y muestran su lado más creativo, solidario y sensible. Por ello los primeros minutos se destinan a atemperar sus mentes y a sosegar tus cuerpos.
La música relajante, las expresiones de bienvenida, el silencio y las primeras prácticas están orientadas a inducir en ellos una respiración completa, consciente y profunda. A partir de ahí todo resultará sencillo y motivador.
En un contexto de atención plena los niños pueden sentir, aprender y expresarse sin barreras ni frenos, manifestándose de forma natural, creativa y motivadora.
Cuando nuestras mentes se sientan apaciguadas y serenas, plantearemos un koan. Y nos miraremos sorprendidos, mientras “empujamos fuerte” hasta que el pensamiento lógico nos haga sitio para que la curiosidad primero y la creatividad después, hagan acto de presencia en el grupo, sabiendo que ha de quedar espacio para nuestros nuevos compañeros de viaje: la ironía, el humor, el silencio,… estamos jugando. Y aprendiendo a pensar y a expresarnos de una manera diferente.
Los koan son frases breves y desconcertantes con las que los maestros zen plantean una pregunta cuya respuesta parece inverosimil o imposible; al menos… si para resolverlos usamos la mente de manera convencional.
Nos ayudamos de los koan para obviar por unos minutos el pensamiento lógico, para poder abrir nuestras mentes. Para poner en valor la razón de la sinrazón y superar los bloqueos lógicos que no solo nos frenan y dejan exhaustos, sino que nos impiden liberar nuestro potencial creativo.
¿Quieres participar en nuestro juego? Pues, respira profundamente y ayúdanos a descubre el significado de este koan:
“La luna entera y todas las estrellas caben, cómodamente, en una sola gota de rocío”.
2. El haiku. Más allá de su técnica, de su métrica o de discusiones enredadas en discernir si el haiku es o no un poema zen, lo cierto es que componer un haiku exige sensibilidad en la manera de acercarse a la naturaleza, capacidad de observación y contención expresiva, atención por lo aparentemente más insignificante e ingenuo.
En esencia, se trata de congelar un instante en el que un suceso natural o cotidiano, ajeno en principio a nosotros mismos, nos ha asombrado o conmovido sutilmente. Y hay que describirlo en tres versos, de 5, 7 y 5 moras (síbadas) respectivamente, en tercera persona, con palabras sencillas, sin rima ni artificios.
Como diría Matsuo Bashō, el monje budista del siglo XVII que popularizaría esta breve composición como fórmula literaria, un haiku es “sencillamente lo que sucede en un lugar en un momento dado”.
Sin duda uno de sus haikus más famosos es:
un viejo estanque / una rana que salta / el sonido del agua.
Este otro de Yosa Buson (1716 – 1784) destacado pintor de estilo bunjinga (el estilo de los literati chinos) y haijin (compositor de haikus) nos muestra en el ejemplo siguiente la sencillez, austeridad, sutileza y naturalidad expresiva que también debemos aprender a reconocer en este tipo de composiciones: noche corta de verano / entre los juncos, fluyendo, / la espuma de los cangrejos
Después de leer a Yosa Buson, es fácil entender por qué el haiku es una forma de expresión con la que los niños se identifican de manera plena, expontánea y natural.
Estos otros dos haikus que siguen a continuación han sido compuestos por dos expertos haijines de tan solo 6 años de edad:
las hormigas en fila / suben por una hoja de hierba / y enseguida bajan.
el camino / que recorrió el caracol / está brillando
Como dice Vicente Haya, investigador de referencia y compilador de La inocencia del haiku, (selección de poetas japoneses menores de 12 años publicada por Vaso Roto Ediciones), “solo los niños y los poetas pueden ver el mundo de esta manera”.
3. El sumi-e, pintura monocromática de tinta china o aguada japonesa. Es un estilo de pintura naturalista que revela a los más pequeños la importancia de estar en sintonía con el universo. Para su práctica solo se precisa una barra de tinta, un poco de agua, un pincel oriental y papel absorbente.
Los preparativos, entre los que cabe destacar el proceso de elaboración de la tinta líquida a partir de una barra humedecida en agua que se frota en el suzuri (tintero), predisponen su cuerpo y su mente para el pleno desarrollo de su creatividad.
El sumi-e es un estilo de pintura que favorece la experimentación y estimula la concentración y la creatividad de los pequeños.
Practicando el sumi-e, el niño aprende a sentir y a sincronizar su respiración de una forma natural con cada pincelada. Reconoce el ritmo y la interconexión de las articulaciones de su mano, muñeca, antebrazo, brazo y hombro. Y finalmente, aprende a valorar la incidencia de su estado de ánimo en su forma de comportarse, entendiendo cómo sus emociones conectan su corazón (su yo interior) con la punta de los dedos que sujetan el pincel.
El manejo del pincel potencia sus habilidades de psicomotricidad fina y coordinación, favorece la experimentación y posibilita su interacción en un entorno tangible y real, lejos de la virtualidad de la tecnología digital.
Además, el sumi-e libera al niño de la competitividad insana, de la dualidad como forma de entender la vida: la superioridad que se asocia a “ganar” o el sufrimiento que lleva aparejado “perder”.
En el sumi-e lo importante no es el parecido de la pintura respecto del modelo representado, sino la capacidad del pintor para captar la esencia de las cosas y plasmarla de forma sensible.
Por ello se les anima a buscar la belleza dentro de las imperfecciones (wabi-sabi), a comprender el verdadero significado del vacío en la composición pictórica y a entender el valor de la asimetría.
Con el sumi-e, el niño descubre que su obra es un reflejo, no solo del espíritu del objeto representado sino sobretodo, de su estado de ánimo.
Comprende que su emociones (alegría, tristeza, miedo, ira, rabia, asco o sorpresa) condicionan cada trazo. De esta manera, el manejo de la tinta y del pincel le ayuda a adquirir conciencia de su estado de ánimo, a reconocer sus emociones y a entender la importancia de aprender a gestionarlas.
- “Atención plena, Koan, Poesía y Pintura zen para niños” es un programa que se imparte los sábados (previa convocatoria) de 11:00 a 13:00 horas.
- Pueden participar niños y niñas de entre 8 y 12 años.
- Incluye actividades de mindfulness, composición y comentario de haikus (un formato de poesía japonesa breve) y prácticas de sumi-e (pintura monocromática japonesa).
- Imprescindible reserva de plaza previa.
- Para confirmas disponibilidad y reservar plaza, escríbenos un email (info@suzuri.es) o llámanos por teléfono (609030482, Guillermo).
- PRECIO: 30 euros/sesión de 2 horas.
- Todos los materiales están incluidos.
No es preciso comprar ni traer nada. Tampoco es necesario tener conocimientos de dibujo o pintura. Lo único imprescindible es venir con ilusión y ganas de disfrutar.
Cualquier duda o aclaración que precises, podemos comentarla por email (info@suzuri.es), por teléfono (609030482) o en persona (solicita una cita por e-mail o teléfono) y ven a vernos.
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Guillermo de Vicente
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