La inevitable atracción de la geometría
“Universo”, de Sengai Gibon (1750 – 1837) un venerable monje budista japonés perteneciente a la escuela Rinzai que dedicó su vida a enseñar el zen, representa tres sencillas figuras geométricas. Según Daisetsu Teitaro Suzuki, filósofo, traductor y uno de los principales introductores del budismo zen en occidente, para entender qué es el zen basta con contemplar la obra de Sengai.
Una única carga de pincel que nos revela el origen y el sentido de cada trazo. Un círculo, un triángulo y un cuadrado: la vida y la muerte, el origen y el fin, el vacío y la plenitud. El círculo (enso) simboliza el uno, lo perpetuo, el origen de todas las criaturas. Del uno surge el triángulo, el dos, que según el Tao, a su vez engendra al tres, que es el cuadrado, compuesto por dos triángulos. El tres engendrará a los diez mil seres, que contienen en su seno el yin y el yang.
La escuela Rinzai se caracteriza por utilizar koans, una especie de acertijos que para el pensamiento occidental resultan absurdos, complejos, incomprensibles e indescifrables. Sengai que no puso el título a su obra, simplemente la firmó, trató a lo largo de su vida hacer accesible la comprensión del zen a todas las personas. Quizá por ello la interpretación de esta obra adquiere una dimensión particularmente didáctica. Al margen de ésta, su contemplación nos hace sentir la inevitable atracción que ejerce sobre la sensibilidad artística del ser humano la geometría.
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Guillermo de Vicente
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