¿Sumi-e para niños?
El sumi-e es un estilo de pintura naturalista. Hunde sus raíces en la filosofía taoísta de la antigua China, en la que el respeto por la naturaleza es una de sus principales y más significativas características. Para su práctica solo se precisa una barra de tinta, un poco de agua, un pincel y papel de fibra de arroz.
Se trata de una actividad lúdica que favorece la atención y mantiene el foco, la concentración y el interés de los más pequeños. El niño aprende a sentir y a sincronizar su respiración de una forma natural con cada pincelada. A reconocer el ritmo y la interconexión de las articulaciones de su mano, muñeca, antebrazo, brazo y hombro. Aprende a valorar la incidencia de su estado de ánimo en su forma de comportarse, a entender cómo sus emociones conectan su corazón (su yo interior) con la punta de sus dedos que sujeta el pincel.
El manejo del pincel potencia sus habilidades de psicomotricidad fina, favorece la experimentación y posibilita su interacción en un entorno tangible y real, lejos de la virtualidad y de la tecnología. Además, el sumi-e libera al niño de la competitividad insana, de la responsabilidad de ganar o perder, porque en el sumi-e no hay ganadores ni vencidos.
Se le anima a buscar la belleza dentro de las imperfecciones (wabi-sabi), en la asimetría, con el vacío. Asume que su obra es un reflejo no solo del espíritu del objeto representado, sino sobretodo, de su estado de ánimo. Comprende que su emociones (alegría, tristeza, miedo, ira, rabia, asco o sorpresa) condicionan cada trazo. De esta manera, el manejo de la tinta y del pincel le ayuda a adquirir conciencia de su estado de ánimo, a reconocer sus emociones y a entender la importancia de aprender a reconocerlas.
Los preparativos, entre los que cabe destacar el proceso de elaboración de la tinta líquida a partir de una barra humedecida en agua que se frota en el suzuri (tintero), predisponen su cuerpo y su mente para el pleno desarrollo de su creatividad.
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