La contemplación de una pintura de paisaje como práctica de meditación 616 308 Suzuri

La contemplación de una pintura de paisaje como práctica de meditación

La pintura “Una vista remota y pura de arroyos y montañases una ventana abierta a la introspección. La técnica empleada por Xia Gui (1195 – 1224) en este rollo horizontal nos ofrece enormes posibilidades para la práctica de la meditación a través de la contemplación activa. ¿Te animas a comprobarlo?

La pintura que conocemos como “Una vista remota y pura de arroyos y montañas” es una ventana abierta, abierta a la introspección. Xia Gui (1195 – 1224) es uno de los pintores más reconocidos de la dinastía Song. A pesar de su academicismo, su estilo llamó la atención de muchos pintores letrados y monjes pintores zen que, desde entonces, se han sentido seducidos por la obra de Gui; entre ellos, el mismísimo Sesshu Toyo. 


Para ver el video en YouTube y hacer la PRÁCTICA DE MEDITACIÓN, pulsa en el enlace:


“lo que la naturaleza humana busca y raramente haya es la bruma, la niebla y los errantes espíritus de los montes”

Kuo Hsi, Ensayo sobre pintura paisajista

La técnica empleada por Xia Gui en este rollo horizontal nos ofrece enormes posibilidades para la práctica de la meditación a través de la contemplación activa. ¿Te animas a comprobarlo?

La técnica de Xia Gui se basa en una sucesión de lavados sutiles y pinceladas limpias que se superponen para generar una atmósfera profunda y etérea sin renunciar a las peculiaridades que caracterizan la pintura de los literati, la resonancia, la espontaneidad o la rapidez en la ejecución de los trazos. A las posibilidades de la tinta salpicada o al uso de viejos pinceles, secos, abiertos y despuntados para representar arbustos o ásperas texturas rocosas.

Recorriendo de derecha a izquierda, los casi nueve metros de largo de su pintura, tendremos la oportunidad de sentirnos inmersos en una amplia variedad de estados atmosféricos y fenómenos meteorológicos que parecen sucederse sin solución de continuidad a lo largo del rollo. 

La sensación de profundidad que surge con la aplicación en algunas zonas de lavados extremadamente sutiles, capaces de sugerirnos la ligereza y la transparencia del aire más puro, por contraste con otras en las que podemos notar la presencia de partículas de polvo que disminuyen su transparencia es infinita.

La representación de nubes bajas cerca de las montañas nos hace percibir la bruma que surge a través de sutiles pinceladas, induciéndonos a observar la presencia de partículas diminutas de agua en suspensión. 

La sensación de frío y humedad que transmite la niebla de ríos y lagos con apariencia de humo, saliendo de la superficie del agua, es transmitida al espectador mediante pinceladas tan densas y pegajosas que podríamos decir que nos “mojan” al intentar atravesar la pintura.

Otro paisajista insigne, máximo exponente de la pintura Song septentrional y profesor de la Academia Imperial de Pintura, Guo Xi (Kuo Hsi, 1020 – 1090) se preguntó ¿por qué el sabio se deleita en la contemplación del paisaje? 

Para encontrar la respuesta, te propongo aceptar esa invitación a deleitarnos con la contemplación de una pintura de paisaje que nos brinda el rollo del que estamos hablando; pero ¿cómo es eso de meditar viendo una pintura? ¿Qué hay que hacer? Comencemos por nuestra disposición física y mental. 

DISPOSICIÓN FISICA. Lo primero es evitar ruidos y distractores para encontrar el silencio interior. Para ello te propongo atenuar la iluminación de la habitación en la que te encuentres. Puedes bajar la persiana parcialmente si es de día o simplemente apagar la luz principal de la habitación sustituyéndola por una luz indirecta, por ejemplo. 

Asegúrate de llevar ropa cómoda, holgada y de descalzarte. 

Si puedes, es preferible que te sientes en el suelo, en posición de loto o sobre tus talones, colocando un cojín entre éstos y los glúteos para facilitar la circulación sanguínea. Asegúrate de mantener la espalda recta, procurando que al mirar la pantalla de tu televisor la barbilla quede levemente baja para no tensar el cuello. Si no puedes utilizar el televisor, prueba a colocar tu portátil sobre una silla convencional delante de ti, quedará frente a ti en la posición adecuada.

DISPOSICIÓN MENTAL. Sería oportuno encender una barra de incienso y contemplar unos segundos como comienza a consumirse mientras el aroma que perfuma la habitación nos invita a componer nuestros pensamientos y serenar nuestro espíritu. Puedes sustituir el incienso por una vela de olor, si lo prefieres.

Nuestra aproximación a la obra, ha resultar ingenua, por eso nuestra disposición debería ser la de un niño de seis años. Es preciso, como sugiere Shunryu Suzuki en sus Charlas informales sobre meditación refiriéndose a la actitud mental que debemos adoptar en la práctica del zen, “mantener la mente del principiante”, porque en la mente del principiante hay muchas posibilidades, pero en la del experto hay pocas”.

Y procura mantener la mente vacía, lo cual no significa cerrada, sino todo lo contrario, abierta a todo. “Este también es -explica Suzuki- el verdadero secreto de las artes: ser siempre un principiante”. Y como aprender a pintar no es muy diferente de aprender a mirar, pues aprovecharemos la ocasión para pintar con los ojos mientras meditamos con la ayuda de esta sugerente obra.

Una vez dispuestos física y mentalmente, inclina tu cuerpo hacia adelante con las palmas abiertas y juntas mientras susurras “namasté”.

Ya puedes darle al “play” y volver a acomodar tus manos entrelazadas sobre el regazo. Haz tres respiraciones profundas para acompasar el tempo de tu mirada con el ritmo del video y… déjate llevar. 

No importa si no te resulta fácil al principio. No tengas prisa, no desesperes. No intentes concentrarte, ni te esfuerces. No pretendas conseguirlo, ni siquiera comprenderlo. Se compasivo contigo mismo. Y no te apures, probablemente solo se trate de que tu disposición mental aún no se parece a la de un niño. Simplemente, vuelve a intentarlo otro día. Procura hacerlo con la mente vacía y el corazón abierto..

Así las veces que hagan falta, hasta que después de traspasar la ventana imaginaria que es la pantalla de tu ordenador comiences a sentir en el rostro una brisa suave. Hasta que puedas oler la resina de los pinos, escuchar el murmullo del viento. Hasta que te atrevas a sonreír sin disimulo a las personas que conversan en la orilla, al final del rollo, bajo el gran risco. Hasta que sientas que formas parte del Todo.

Cuando lo consigas, probablemente sentirás la necesidad de cerrar los ojos para buscar tu propio sendero dentro del paisaje. Si lo encuentras, ni lo dudes: piérdete en él… hasta encontrarte. 

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